la palabra corazón
La palabra corazón
A mi primo Juan Carlos.
A todos los desamparos que alberga el corazón cuando alguien se va; a los desamparados de corazón.
Abres el periódico y buscas con desenfreno, como si el cuerpo inerte en el asfalto no hubiera sido suficiente confirmación de su muerte, como si la enésima llamada procurándote los detalles del acontecimiento no lograran atarte de una vez los pies a la tierra.
La página cuarenta y tres te dicta su nombre, describe el suceso, lo narra todo con el mismo dolor y frío que provoca el pellizco de una jeringuilla. La única diferencia es que el pellizco persiste. En cualquier otro momento, la noticia hubiese pasado desapercibida. Hoy no: cada vocal salta a buscarte los ojos, cada consonante se va pronunciando en tu mente y las letras pesan a la vista cuando terminas de reescribir su nombre. Entonces, reprendes todas las ocasiones en las que has ojeado un titular similar y dices un ‘ay bendito’ para tus adentros al pensar que son noticias de menos importancia.
Recuerdas que la última vez que le hablaste, vino llorando a tu casa. Decía que quería estar cerca de las cenizas de la abuela, que le hacía falta. También hablaba de un sueño en el que ella lo llamaba. Tú sólo supiste abrazarlo, asistirle las lágrimas y arrullarlo como se arrulla a un niño. Lo único que te tranquiliza de todo esto es que hace dos días escuchaste en su risa despreocupada y serena, una distancia a la tristeza de aquel otro suceso. Ahora sabes que la ausencia de ese sonido reverberará a diario en otras cosas.
Es curioso cómo siempre le has rehuido al uso de la palabra corazón y hoy se te hace inevitable decir que el corazón te duele. Será porque el dolor también te hace sentir más humano que nunca, porque el corazón pulsa vida y resiente la muerte.
Jocelyn Pimentel Rodríguez
6 de abril de 2007
foto de: imagesource en imges.com