8vo estudio de la monotonía: El Cadáver
Por: Sara Montenegro, del blog vecino Dientes del perro
Cuando niña, encontré un cadáver en mi habitación. Recuerdo su pecho rígido absuelto en la esquina de la pared. No me atreví palpar la ausencia de su cuerpo. Acompañó a esa insipidez la jauría del viento que se escapaba de mi ventana. Quedé sórdida ante aquel silbido desconocido. Hice lo que cualquier niña haría. Llamé a mi madre. Desde ese día aprendí que a las palomas muertas no se les llama cadáver.
Cuando niña, encontré un cadáver en mi habitación. Recuerdo su pecho rígido absuelto en la esquina de la pared. No me atreví palpar la ausencia de su cuerpo. Acompañó a esa insipidez la jauría del viento que se escapaba de mi ventana. Quedé sórdida ante aquel silbido desconocido. Hice lo que cualquier niña haría. Llamé a mi madre. Desde ese día aprendí que a las palomas muertas no se les llama cadáver.
1 Comments:
Las aves muertas tienen un aire extraño. Recuerdo cuando niña me pasó algo similar. Lo más que me chocaba era esa mirada vacía, detenida en el tiempo y ausente de calor.
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